
ESCUELA DE PSICOLOGÍA
FACULTAD DE HUMANIDADES
PSICOPEDAGOGÍA
DE LA TERNURA
PROFESOR
LENIN CÁRDENAS ANGÚLO
ASIGNATURA
PSICOLOGÍA SOCIAL
ALUNMO
RODRIGUEZ REYNA ELKIN JHOMAR
TRUJILLO – PERÚ 2013
PSICOPEDAGOGÍA DE LA TERNURA
I)
INTRUCCIÓN:
Hablar de
psicopedagogía de la ternura corre el riesgo, como todo en la vida, una tarjeta
de presentación aceptable. Tanto más buscada cuanto que puede funcionar como un
mecanismo de compensación a la cultura de la modernidad heredada y que en
nombre de la razón terminó relegando la subjetividad y en su combate contra el
romanticismo.
Sin embargo, la ternura para nada es apenas un refugio ante sociedades de la violencia institucionalizada; la ternura, en particular en la familia, está llamada a convocarnos en torno a otros paradigmas de las relaciones sociales, de la vida interpersonal. Pero muy en especial, la ternura debe ser entendida como una virtud política, como un componente insoslayable de nuestra práctica educativa familiar, profesional sea cual fuere ésta.
Ciertamente que de ello dependerá que con menos desgarramientos logremos que la vida familiar, escolar, comunitaria exprese el eros pedagógico y el agape convival, necesarios para construir sin pausa identidad, responsabilidad social y solidaridad. La solidaridad es la ternura de los pueblos dijo con razón Tomás Borges y añadiríamos, de las parejas, de las familias, de las colectividades sociales.
Sin embargo, la ternura para nada es apenas un refugio ante sociedades de la violencia institucionalizada; la ternura, en particular en la familia, está llamada a convocarnos en torno a otros paradigmas de las relaciones sociales, de la vida interpersonal. Pero muy en especial, la ternura debe ser entendida como una virtud política, como un componente insoslayable de nuestra práctica educativa familiar, profesional sea cual fuere ésta.
Ciertamente que de ello dependerá que con menos desgarramientos logremos que la vida familiar, escolar, comunitaria exprese el eros pedagógico y el agape convival, necesarios para construir sin pausa identidad, responsabilidad social y solidaridad. La solidaridad es la ternura de los pueblos dijo con razón Tomás Borges y añadiríamos, de las parejas, de las familias, de las colectividades sociales.
II)
MARCO
TEÓRICO:
2.1.
Definición
de Psicopedagogía:
La psicopedagogía es
la rama de la psicología que se encarga
de los fenómenos de orden psicológico para llegar a una formulación más
adecuada de los métodos didácticos y pedagógicos. Se encarga de los fundamentos
del sujeto y del objeto de conocimiento y de su interrelación con el
lenguaje y la influencia sociohistórica,
dentro del contexto de los procesos cotidianos del aprendizaje. En otras
palabras, es la ciencia que permite
estudiar a la persona y su entorno en las distintas etapas de aprendizaje que
abarca su vida.
Psicopedagogía a través de sus métodos, estudia el problema
presente vislumbrando las potencialidades cognoscitivas, afectivas y sociales
para un mejor desenvolvimiento en las actividades que desempeña la persona[1]
2.2.
Definición de ternura :
Cualidad de
la persona que muestra fácilmente sus sentimientos, especialmente de afecto,
dulzura y simpatía[2].
2.3.
Definición de psicopedagogía de la ternura:
Es la
ciencia que permite estudiar a la persona y su entorno en las distintas etapas
de aprendizaje que abarca su vida. A través de sus métodos propios estudia el
problema presente vislumbrando las potencialidades cognoscitivas, afectivas y
sociales para un mejor y sano desenvolvimiento en las actividades que desempeña
la persona. 'La psicopedagogía es lo que permite descubrir la esperanza ante
dificultades del aprender. Es el aliento fresco para los padres e hijos en la
difícil tarea de crecer[3]. (psicopedagoga: Marisa Gordillo)
2.4.
La pedagogía de la ternura demanda construir un
lenguaje y una mirada social positiva, estimulante:
Si de por
sí el lenguaje juega un papel decisivo en la formación del ser humano en la
medida que le permite expresar cómo se representa a sí mismo, a los demás y al
mundo del que es parte, cuánto más si se reconoce que toda mirada social,
verbalizada o no, «por su calidad de representación colectiva, constituye una
fuerza modernizadora muy importante que puede organizar la historia de una
vida». Por ende, podemos entender mejor los efectos de toda estigmatización, de
todo lenguaje que tienda a descalificar a cualquier persona en su condición
humana, en su vivencia personal a cualquier persona y, muy en especial, a niña
o niña. Un ejemplo concreto lo tenemos en las campañas internacionales contra
los niños y niñas trabajadores a quienes sin mayor escrúpulo se les niega la
condición de niño o niña por ser trabajadores y se les descalifica como
deterministamente condenados a ser de adultos aquejados por alguna deficiencia
mental o psicológica, amén de ser causa de que sus países no puedan ser
elegibles para recibir apoyo para el desarrollo.
De Paulo Freire se recoge este llamado a
cultivar una actitud y una mirada afectuosa y de profundo respeto. Hay miradas
que expresan pesimismo, que son anti- esperanza y sabotean las posibilidades de
la alegría. La pedagogía de la ternura bien podría llamarse pedagogía de la
alegría, del entusiasmo, del reencantamiento como fruto de una pedagogía
crítica. Y es que la pedagogía es por esencia relacional y relacionante, como
lo es el lenguaje. Incluso, el lenguaje sólo emerge gracias a otro, a otros que
nos lo aprenden. El amor, es una forma de lenguaje que se aprende gracias a
otros. O se desaprende a causa de otros, también. Incluso, las relaciones
preceden a la emergencia del lenguaje, como del amor. La pedagogía de la
ternura está igualmente llamada a jugar un rol importante en este proceso. Y es
que ella se presenta, por principio, como una especie de «declaración
pre-verbal
de amor»[4]
2.5.
La
pedagogía de la ternura no es una terapia, aunque tenga efecto positivo para la
salud mental.
En la educación griega, se asignaba un
rol central al medio social como el mileu, la placenta social, cultural,
política y moral en la que crecía el niño, de la que se nutría igualmente el
adulto. Hoy, con la modernidad, estamos más reductivamente concentrados en la
escuela, como una forma de institucionalización de la educación y de la
pedagogía.
Retomar la perspectiva que Vigotsky,
entre otros, llama el paradigma histórico cultural, histórico social,
constituye un imperativo pedagógico, es decir un principio ético que nos coloca
frente a la gran pregunta que todo educador debe hacerse: ¿la sociedad que
estamos entregando a las nuevas generaciones se inscribe como garantía de un
más radical proceso de humanización?, ¿las nuevas generaciones serán más sanas
humanamente hablando que las generaciones mayores o ahondarán los alarmantes
signos de deterioro que se reconocen en la sociedad global frente al sentido de
la vida, de la justicia, de la igualdad, de la hermandad, de la solidaridad,
del no cuidado de la tierra, de los impases intergeneracionales e
interculturales? Ciertamente que la pedagogía de la ternura no tiene una
respuesta técnica a esta compleja situación, ni es su finalidad directa el
lograrlo, pero puede tener un efecto necesario en la salud mental de las
personas, en los proyectos de vida de los individuos y eventualmente de las
colectividades. Puede inscribir su acción y pensamiento en lo que se ha dado en
llamar volver a la vida después del trauma, pero que aprende a seguir viviendo
no obstante el murmullo de los fantasmas[5].
2.6.
La
pedagogía de la ternura intenta informar un modo de vida, entrañablemente
humano- de la sociedad y de los pueblos.
Refiere directamente, al tipo de relaciones
sociales, culturales, interpersonales, políticas que se da la sociedad a sí
misma. Demanda, en este sentido, hacer del componente de afecto un factor
emancipador de la reclusión a lo doméstico, a lo privado, a lo meramente
individual o interpersonal al que se tiende a relegar la vida afectiva, el
mundo de los sentimientos, las expresiones del amor como la más humanizante
pasión.
Pero si algo trae consigo toda experiencia
de amistad, de amor, es que éstos constituyen formas de relacionamiento,
expresiones de vinculación humana. Los tiempos que corren, muestran bien cuán
frágiles –quizá mejor cuán temporales- son hoy los vínculos humanos, cómo
parece anacrónico e inhumano pensar en relacionamientos que generen compromiso,
que postulen seguridad, durabilidad que hagan creíble aquello de «para siempre,
hasta que la muerte nos separe…». Los paradigmas que se imponen son el de la
complejidad y el de la incertidumbre de la vida cotidiana, de la vida en
relación de cercanía.El propósito de la pedagogía de la
ternura, es, sin desconocer las transformaciones del cambio de época,
contribuir a que la esperanza de un proceso de humanización permita seguir
avanzando en la búsqueda de una condición humana sellada por la dignidad, y que
ello se vaya haciendo realidad desde el más temprano inicio de la vida de cada
ser humano. Complejidad e incertidumbre que son el resultado de un nuevo
pensamiento crítico que él mismo no se permite ser una nueva edición de
simplificación alguna ni de un neodogmatismo cualquiera. Paradigma de la
complejidad y paradigma crítico devienen las dos caras de una misma moneda
antropológica y epistemológica.
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