La psicología social de la liberación
En la última década del siglo XX, la Psicología
Social de la Liberación (PSL) ha
surgido como un nuevo campo en América Latina. A pesar de que sus orígenes se
ubican en los setenta y ochenta, hasta hace poco los psicólogos están utilizado
tal término para identificar y orientar su trabajo. Asimismo esta orientación
empieza a tener interés en Europa (Blanco, 1998; Burton, en prensa; de la Corte Ibáñez, 1998, 2001, s/f) y Estados Unidos
(Lykes, 2000; Watts y Serrano-García, 2003).
La
psicología latinoamericana de la liberación puede entenderse como parte de un
proyecto más amplio de teoría y práctica liberadora que surgió en el contexto
del trabajo para y con poblaciones oprimidas en toda
América Latina, tal proyecto ha sido recientemente sintetizado y formalizado
por el filósofo Enrique Dussel (Alcoff y Mendieta, 2000; Dussel, 1997, 1998).
Los contextos sociopolíticos claves para este trabajo han incluido la represión
y la guerra civil en El Salvador (Martín Baró, Gaborit); las repercusiones de
las dictaduras en Chile, Argentina y otros países (Lira, Becker, Langer y
otros); la experiencia de comunidades marginadas y/o migratorias pobres en
Venezuela (Montero, Sánchez, Weisenfeld y otros), Puerto Rico (Serrano García),
Costa Rica (Dobles, Cordero) y Brasil (Maurer, Lane, Quintal de Freitas y
otros). También otras contribuciones se han desarrollado en México (Jiménez,
Vázquez, Flores), Estados Unidos (Aron, Corne, Lykes, Sloan, Prilleltensky y
Watts), Cuba (González Rey, Tovar y otros) y España (a través de comentarios
realizados por Blanco y de la Corte Ibáñez). A parte de estos autores, hay
otros que trabajan explícitamente o implícitamente dentro de una orientación
amplia que se puede denominar psicología
social de la liberación (p. e., Seedat en África del Sur; Bishop, Drew,
Veno, Thomas y otros en Australia y Nueva Zelandia; Kagan y otros en Bretaña).
¿Por
qué considerar la Psicología Social de la Liberación?
Es
importante reconocer que la PSL se ha desarrollado en un contexto muy diferente
al nuestro, al europeo. Las sociedades de América Latina tienen una identidad
específica, que se caracteriza por una mayor extensión de la pobreza y por una
exclusión social endémica. En muchos casos, esto afecta a la mayoría de la
población y es resultado de la dependencia de sus economías. Por eso, en todos
los países, hay desigualdades severas (Sánchez y Wiesenfeld, 1991). Si bien
tienen relativamente pequeños sectores formales de servicios de salud y
bienestar social, el hecho es que las actividades que realizan los psicólogos a
menudo se centran en las universidades o trabajan en el sector privado. Asimismo,
los intelectuales se integran menos a los sistemas del Estado que en Europa, lo
cual con frecuencia les han permitido una cierta libertad de desarrollar los
enfoques autónomos que no son de interés para el Estado ni para las oligarquías
locales (Jiménez, 1990). Las tradiciones intelectuales en la psicología y las
ciencias sociales son distintas a las de los países anglosajones, siendo en
buena medida más cercanas a las de la Europa continental, pero con sus propios
elementos distintivos. A pesar de las diferencias, por varias razones es
necesario considerar este corpus latinoamericano de trabajos.
Como una respuesta a las
críticas de la psicología tradicional
Mucho del trabajo de la PSL se desarrolló en
respuesta a “la crisis de la psicología social” de los años setenta. Crisis que
se experimentó en Gran Bretaña y en Estados Unidos (Armistead, 1974; Parker,
1989), pero también agudamente en América Latina. Este período se puede resumir
(p. e., de la Corte Ibáñez, s/f) en función de tres problemas:
1. La falta de
relevancia social. La psicología social no parecía estar produciendo
conocimiento dirigido a los problemas sociales, ni en las sociedades en que se
desarrollaba, ni en otros lugares.
2. Un contexto de
descubrimiento localista, combinado con una pretensión de validez universal.
La psicología social dependía de investigaciones con poblaciones selectivas en
escenarios artificiales (especialmente con estudiantes de licenciatura en
experimentos formales). No obstante intentaba sugerir principios generales de
la psicología social que pudieran aplicarse a cualquier ser humano en todo
contexto.
3. La imitación de
la neutralidad científica significó una negación de la dimensión moral:
Los psicólogos sociales
comienzan a sentir un intenso malestar en relación con las condiciones en que
realizan su trabajo, en relación con las orientaciones que lo inspiran y, sobre
todo, en relación con su utilidad y efectos. Comienzan a preguntarse a quién
sirve y para qué sirve su quehacer, y han acumulado ya suficiente experiencia
como para haber constatado que ciertas explicaciones teóricas asumidas como el
modo apropiado de comprender
y aprehender la realidad no producen respuestas, o bien las que dan son
irrelevantes, o simplemente no funcionan, no sirven. (Montero, 1994a)
Sin
embargo, el camino seguido por la PSL ha sido distinto al de los países centro,
en los cuales el campo académico se ha asentado en una coexistencia,
ampliamente pacífica, entre construccionistas sociales y empiricistas, con un
impacto pequeño en la psicología aplicada, mucho del esfuerzo crítico ha
quedado dentro de la comunidad académica en un nivel sumamente teórico (Burton,
2004; Burton y Kagan, 2003). Aunque discutible, la PSL puede actuar como un
correctivo a la parálisis y los juegos intelectuales posmodernistas de la
psicología crítica (al menos en la versión vigente en Bretaña), al asumir una
orientación clara de la acción que no sólo hace las denuncias del uso de la
psicología para oprimir sino además propone una praxis alternativa.
Como un modelo de trabajo
con grupos oprimidos
La PSL se desarrolló específicamente con relación
al problema de las "mayorías populares", las masas oprimidas,
marginadas y excluidas en América Latina. En Europa también existen poblaciones
oprimidas y marginadas entre nosotros, tales sectores de personas son
marginadas a causa de la manera en la que nuestra sociedad discrimina por la
discapacidad, la incapacidad, la vejez, la enfermedad, la nacionalidad, la
apariencia, el género y sexualidad, y por la pobreza. La psicología en su
totalidad ha descuidado este hecho de la exclusión, y apenas hace una entrada
en la literatura formal (Burton y Kagan, 2004, en prensa). Las condiciones en América Latina, especialmente, la
experiencia del terror estatal y paramilitar que ocurre en muchos países, han
hecho que la PSL sea un recurso valioso para nuestro contexto europeo, ya sea
en el trabajo con los refugiados que huyen de la persecución y la tortura, o
por el trabajo de ayudar a reunir a las comunidades fragmentadas.
En el contexto global
Los psicólogos que trabajan con una orientación
liberadora se ven como parte de un movimiento más amplio para la justicia
social y económica. Areas claves que la PSL problematiza incluyen el
compromiso, la ideología, la subjetividad y la identidad. Estas son
fundamentales para cualquier acción colectiva que movilice a personas,
especialmente, la que enfatiza la unidad en la diversidad. La reciente
movilización masiva de personas contra la coalición e intervención de Bretaña
en las guerras de los neoconservadores estadounidenses y la lucha progresiva
por la protección de los servicios públicos, constituyen dos aspectos de la
resistencia a la expansión capitalista en su fase globalizada neoliberal, donde
las herramientas de la PSL puedan ser recursos útiles.
Su contexto
Debe
entenderse entonces a la PSL como parte de un movimiento más amplio intelectual
y político, que empezó en América Latina en los años sesenta y setenta, pero
que continúa con vigor renovado hasta hoy día. Todas las corrientes han estado
enfocadas a repensar y reconstruir sus propias disciplinas (educación,
teología, psicología, sociología, filosofía) desde la perspectiva de los
pobres, los excluidos, los marginados, los oprimidos, por y desde el compromiso
y la solidaridad con ellos. Han enfatizado a las mayorías populares de América
Latina y en general “al mundo de los dos terceros”. Los elementos claves han
incluido la teoría económica de la dependencia (Cardoso y Faletto, 1979), la
pedagogía popular de Paulo Freire (Véase,
Freire, 1972), “la sociología militante” y la Investigación Acción
Participativa de Orlando Fals Borda y del grupo de La Rosca (Fals Borda, 1988;
Fals Borda y Rahman, 1991), la teología de la liberación de Gutiérrez,
Ellacuría, Romero, Boff, Sobrino, Betto y otros (Véase, Batstone, Mendieta, Lorentzen, y Hopkins, 1997; Gutiérrez,
1973), y la filosofía de la liberación de Franz Hinkelammert y Enrique Dussel
(Dussel, 1997, 1998).
Ideas centrales
Es
bastante difícil caracterizar todo el trabajo psicológico que tiene una
orientación libertaria en América Latina. No todos los que trabajan más o menos
dentro de esta tradición están interesados en emplear dicho título, incluso, es
poco probable que alguien reclame ser un “psicólogo de la liberación”, tal
denominación sonaría pomposa e implicaría una forma de auto evaluación antes de
los resultados e implicaciones de un trabajo. Un problema adicional (Comunicación personal, Flores, 2003) es
que mucho de lo realizado en esta área es inédito, más aún, donde no hay una
articulación fuerte con las Universidades. Por consiguiente, en el trabajo
publicado hay una tendencia hacia las contribuciones más teóricas y una falta
de documentación de mucho de la práctica innovadora en el campo. Además, no es
fácil obtener la literatura publicada en América Latina, por ejemplo, mucha
aparece en libros de poca circulación y no en revistas (Gastaldo,
Mercado-Martínez, Ramasco-Gutiérrez, Lizardi-Gómez y Gil-Nebot, 2002). Sin
embargo, varios temas unen el trabajo que realizan quienes se han organizado
bajo esta bandera (hasta ahora los seis congresos
internacionales de psicología social de la liberación que se han organizado
anualmente desde 1998 al 2003, son un ejemplo), o algunos trabajos que pueden
ubicarse en este paradigma.
Por otra
parte, parece que el término psicología
de la liberación fue utilizado por primera vez por Caparrós y Caparrós
(1976), aunque en un sentido más cercano al trabajo de Lucien Sevé (1972) de
construir una metateoría de la psicología no individualista. No obstante el término
fue formulado y difundido por dos autores primordiales, Ignacio Martín-Baró y
Maritza Montero. Martín-Baró, sacerdote jesuita y académico sobresaliente en la
Universidad Centroamericana José Simeón
Cañas en San Salvador, fue un autor y pensador clave para la PSL: utilizó
el término psicología de la liberación
por primera vez en 1986 (Martín-Baró, 1986), aunque sus escritos y prácticas,
antes y después de esta fecha, constituyen una aportación de la Psicología Social desde la realidad
latinoamericana (concretamente de la
centroamericana), con un énfasis explícitamente libertario. Martín-Baró fue
uno de los seis jesuitas asesinado en 1989, por una brigada élite del ejército
salvadoreño financiada y entrenada por los Estados Unidos (Galeano, 1998; Toomey,
2001), en gran parte debido a su compromiso con la realidad que sufría la
sociedad salvadoreña en el contexto del levantamiento y la guerra civil
revolucionarias (de la Corte Ibáñez, 1998; Sobrino, 1990). Por su parte,
Maritza Montero, psicóloga social venezolana, utilizó el término a partir de
1991, aunque había trabajado con una perspectiva explícitamente libertaria
desde antes, principalmente, en el ámbito de la psicología política. En un
texto publicado en inglés, Hollander (1997) utilizó el término formulado por
Martín-Baró para caracterizar el trabajo, en gran parte psicoanalítico,
realizado con las víctimas de las dictaduras militares de los países del Cono
Sur, aunque es necesario señalar que éste no es el uso generalmente aceptado.
En el 2003 fue publicada una edición especial de la revista estadounidense American Journal of Community Psychology,
en ella se incluyeron principalmente trabajos realizados fuera de América
Latina que tenían una intención liberadora (Watts y Serrano-García, 2003).
La Praxis Liberadora de
América Latina
Un tema clave en el pensamiento de la liberación consiste en que la
liberación no es una cosa, y no puede ser localizada en un momento determinado.
Tampoco se trata de una concesión sino es un movimiento y una serie de procesos
(Montero, 2000). Tiene sus orígenes en la interacción entre dos tipos de
agentes o activistas:
1.
Los agentes catalíticos
externos (que puede incluir a psicólogos comunitarios) y
2.
Los propios grupos
oprimidos.
Esta noción latinoamericana de la liberación propone una alianza
estratégica entre estos dos sectores. Una idea central es el concepto de la conscientización utilizado por Freire
(1972). En la que tal vez es la explicación más clara hecha por Martín-Baró
(Martín-Baró, 1985), identifica tres aspectos:
1.
El ser humano se
transforma al ir cambiando su realidad…por…un proceso activo….el diálogo.
2.
Mediante la paulatina
decodificación de su mundo, la persona capta los mecanismos que le oprimen y
deshumanizan…se abre el horizonte a nuevas posibilidades de acción.
3.
El nuevo saber de la
persona sobre su realidad circundante le lleva a un nuevo saber sobre sí misma
y sobre su identidad social...le permite no sólo descubrir las raíces de lo que
es, sino el horizonte de lo que puede llegar a ser. Así, la recuperación de su
memoria histórica ofrece la base para una determinación más autónoma de su
futuro.
Freire tenía cuidado de no proporcionar recetas para este proceso, porque
cada situación es diferente, y el riesgo es que el trabajador cometa el error
de utilizar un modelo concreto desde un contexto a otro, mientras que las
particularidades son diferentes en cada caso.
Dussel (1998) en un trabajo panorámico, citado con frecuencia por los que
trabajan en la perspectiva de la PSL, ha resumido lo anterior, así como los
modelos y experiencias relacionados en términos más generales. Dussel postula
“una llamada” (o interpelación) por parte de las víctimas (que conscientes de
su opresión dentro de un sistema o excluidas de éste), hacen a los otros,
quienes dentro del sistema mismo, tienen una conciencia ética (los
intelectuales orgánicos en el sentido gramsciano). Ambos sectores trabajan
juntos denunciando lo que es injusto y construyendo una realidad social
alternativa -es decir, colaboran en un proyecto compartido de liberación. Como
Martín-Baró y Montero han enfatizado, esto finalmente implicaría la liberación
de los opresores.
Realismo Crítico
Martín-Baró estableció un planteamiento distinto sobre el rol de la teoría,
el cual han seguido quienes trabajan dentro de este paradigma:
(...) no sean los conceptos los que convoquen a la
realidad, sino la realidad la que busque a los conceptos; que no sean las
teorías que definan los problemas de nuestra situación sino que sean esos
problemas los que reclamen y, por así decirlo, elijan su propia teorización. Se
trata de cambiar nuestro tradicional idealismo metodológico en un realismo
crítico (Martín-Baró, 1998: 314).
Por lo tanto, la teoría tiene un papel más de soporte (que objetivo), como
una especie de andamiaje para guiar la acción. Su realismo no es un realismo
simplista: de qué índole sea la realidad social puede ser difícil de
comprender, no sólo por la gente, sino para la propia psicología. Por eso es
necesario desideologizar la realidad,
quitando capas de la ideología (para Martín-Baró constituye el ejercicio
disfrazado del poder) que hacen individual y “naturalizan” fenómenos como el
fatalismo en las sociedades latinoamericanas (Martín-Baró, 1987).
Esta dirección de viaje se parece a los enfoques de Grounded Theory (teoría fundamentada), forma de investigación
cualitativa (Strauss y Corbin, 1990), donde la teoría se construye
meticulosamente desde el suelo de información por parte del investigador. Las
diferencias radican en una relación dialéctica entre la realidad y la teoría,
en este sentido, de acuerdo a Martín-Baró hay ciertas meta-suposiciones
teóricas que anteceden la elaboración de la teoría, además de que idealmente la
teoría actúa recíprocamente por la acción con la realidad. En segundo lugar, la
teoría tiene un papel desideologizador
de la realidad, tal empuje crítico generalmente se pierde en orientaciones
fenomenológicas tipos grounded theory
o Fourth Generation Evaluation (Guba
y Lincoln, 1989) (Véase, Montero,
2000). Hay algunas diferencias de enfoque entre quienes se adscriben a la PSL.
Algunos trabajan, por ejemplo, con una orientación más fenomenológica de
construccionismo social (Véase,
Serrano-García y López Sánchez, 1994). Sin embargo, aún cuando se reivindique
una aproximación construccionista, por lo general éste se enfoca a la realidad
vivida por las personas en estrecha relación a las ideologías que la
estructuran (Estrada y Botero, 2000; Varas-Díaz y Serrano García, 2003).
Una orientación social
En el trabajo de quienes utilizan la PSL, como una
perspectiva que los guía, hay una crítica total al individualismo que predomina
en casi toda la psicología estadounidense (ciertamente también en la psicología
inglesa). Los dos libros con el subtítulo Psicología
Social Desde Centroamérica de Martín-Baró publicados el primero en 1983 y
el segundo en 1989, pueden ser la crítica más sostenida, completa y
comprometida. Esta orientación social (o mejor societal) también es histórica,
con un sentido constante de cómo las cosas llegaron a ser lo que son, y cómo lo
histórico está siempre presente en la subjetividad de las personas. También se
han utilizado varios recursos en este análisis desde el psicoanálisis,
especialmente la tradición argentina de la teoría psicoanalítica marxista
(Hollander, 1997), al trabajo cultural histórico de Vygotsky (González Rey,
2002; Tovar, 2001). Pero la orientación social no es sólo un asunto de la
teoría. La PSL es un proyecto moral, lo que la distingue de los enfoques del
nuevo paradigma de los ochenta, al igual que de “la psicología crítica” de los
noventa. El compromiso es a fin de cuentas con la liberación. Esta versión
completamente social de la psicología tiene varios aspectos. Antes que nada, el
reconocimiento de la naturaleza conflictiva de la sociedad y la omnipresencia
del poder es fundamental. Martín-Baró (desde una perspectiva sociológica
estructural que debe mucho tanto a Marx como a Weber) reconoce que hay
intereses sociales claros que conducen al conflicto. El poder debe ser entendido no sólo en el
sentido interpersonal sino en términos de su organización en la sociedad. El
conflicto y el poder tienen dimensiones tanto económicas como ideológicas
(Blanco, 1993). La ideología no es complementaria al poder sino una
manifestación de ello: la mediación psíquica del ejercicio disfrazado del poder
(de la Corte Ibáñez, s/f). En segundo lugar, la dimensión social de la
liberación generalmente tiene la prioridad sobre la dimensión individual. La
psicología en el molde norteamericano y europeo ha privilegiado la emancipación
individual, por el contrario en el contexto latinoamericano, la liberación se
asume como una dimensión primordialmente social, se trata de una liberación
colectiva antes que liberación individual (Martín-Baró, 1986). En tercer lugar,
reflejando el realismo crítico, la verdad práctica tiene una prioridad sobre la
verdad teórica. Martín-Baró pone una pregunta epistemológica: ¿cuáles deben ser los criterios que nos
permiten determinar la verdad histórica de nuestros conocimientos psicológicos
sobre las realidades que vivimos en Latinoamérica? (Martín-Baró, 1998:
325). Retomada directamente de la teología de la liberación, se trata de la
opción preferente por las mayorías oprimidas (originalmente la opción preferente por los pobres). La
psicología tiene que renunciar a su obsesión (idolatría) con sus problemas
internos para centrarse en la atención a las necesidades de las mayorías
populares. Son auténticos sus problemas, y no aquellos que preocupan a otras
personas en otras partes del mundo que deben ser el objeto primario de la
atención de los psicólogos
latinoamericanos. Puesto que de la atención a estas necesidades depende su
liberación de las estructuras sociales que los mantienen oprimidos, por tanto,
a esto se tiene que enfocar el interés y los esfuerzos de la psicología
(Martín-Baró, 1986).
Eclecticismo metodológico
Los psicólogos que trabajan con una orientación
derivada de la PSL combinan las técnicas tradicionales (las encuestas, el uso
de métodos estadísticos, etc.) con enfoques del nuevo paradigma (p. e., las
representaciones sociales, investigación cualitativa, la fotografía cooperativa
y el drama), la crítica de la ideología
(que utiliza enfoques foucaultianos) u otros enfoques relacionados. No
obstante, hay un énfasis en el compromiso freireano con el método de reflexión-acción-reflexión y la investigación- acción participativa.
Esto implica otro contraste con mucha de la psicología crítica de Europa.
¿Cómo se aplica la
perspectiva de la liberación en la práctica de la psicología?
Se podría decir que la PSL se aplica a tres campos principales. Estos, sin
embargo, se superponen considerablemente, por ejemplo un trabajo reconocible
como psicología comunitaria quizás también puede tener implicaciones
concernientes con la violencia del Estado, la impunidad y/o con un análisis
sociopolítico más amplio (Cordero, 1997; Dobles, 1994).
Psicología
Social Comunitaria
La psicología comunitaria en América Latina ha sido distinta de la que se
hace en la otra América (Martín, 1998; Montero, 1996, 1998, 1994b; Quintal de
Freitas, 2000; Riviera Medina y Serrano-García, 1990; Sánchez y Wiesenfeld,
1991; Tovar, 2001). Sus raíces están en la psicología social, con un énfasis
menor en la tradición clínica y de la salud mental (precisamente una de las
raíces estadounidenses de la disciplina). Hay una orientación para trabajar con
comunidades marginadas en escenarios tan diversos como los barrios pobres de
Caracas, San Juan o Sao Paulo, o en los asentamientos rurales en Costa Rica o
México. El énfasis varía pero, en general, el psicólogo es visto como un
recurso para la comunidad al ofrecer su experiencia en la investigación, la
comprensión del liderazgo, la organización, la dinámica del grupo y el
conocimiento del sistema (por ejemplo, cuando se trata de la obtención de los
recursos). El interés por los procesos de
conscientización (Freire) y el uso de los métodos investigativos de la
ciencia social (Véase, Fals Borda,
1988; Fals Borda y Rahman, 1991) son típicos, como lo es también el esfuerzo
por entender lo local y particular de la lucha y la auto-liberación dentro de
una perspectiva más amplia, esto es, social y global.
Montero (1991) sugiere que esta psicología social comunitaria proporciona
una base metodológica y empírica para la psicología de la liberación, mientras
que la investigación acción participativa, la teoría de la dependencia y la
educación popular junto con la revisión crítica de la psicología tradicional,
proporcionan el soporte teórico.
La psicología social comunitaria se imparte y/o se practica en algunas
universidades de Venezuela, México, Colombia, Puerto Rico, Cuba, Costa Rica,
Brasil, Chile, Perú y Argentina. Abordando una variedad de asuntos sociales que
incluyen por ejemplo, la promoción de la salud, el desarrollo económico y los
programas contra la pobreza, vivienda, desarrollo del liderazgo en el nivel de
la comunidad, desarrollo comunitario, los derechos humanos y el desarrollo del
apoyo y de la intervención comunitaria en los campos de la discapacidad, la
salud mental y el uso de la droga (Martín, 1998; Montero, 1997).
En general se aspira a un enfoque transformativo. Muchas veces hay el
riesgo de perder la especificidad psicológica, aún cuando sí se ha examinado
esta cuestión del campo disciplinario (Véase,
Quintal de Freitas, 1994).
Trabajo con víctimas de
la represión del Estado (desapariciones, tortura, genocidio)
América
Latina ha estado marcada por regímenes opresivos, conflictos armados y la
represión a movimientos de liberación. Hoy siguen habiendo noticias de
asesinatos de activistas (p. e., en México, Guatemala, Brasil y especialmente
Colombia), de desalojos de campesinos de sus tierras (Colombia), y otros
abusos. La experiencia ha sido diversa en escala e intensidad, pero las
experiencias psicosociales en países tan diferentes como los del Cono Sur, los
países andinos, y los de Centroamérica han sido en muchos aspectos semejantes.
Para tener alguna idea de la escala del trauma, veamos los siguientes ejemplos:
unos 20,000 asesinatos por la junta militar argentina; 2,000 en Chile, y
alrededor de 200,000 en Guatemala. Se han desarrollado varias líneas de trabajo
con sobrevivientes y con personas relacionadas con las víctimas de la tortura,
la desaparición y el asesinato. El Instituto
Latinoamericano de Salud Mental y Derechos Humanos (Agger y Buus Jensen,
1996; ILAS, 2003) es una organización no gubernamental (ONG) que trabaja por la
salud mental de personas afectadas directamente, por violencias sistemáticas a
los derechos humanos durante el régimen militar en Chile, en el período
1973-1990 (ILAS, 2003). Ha realizado una investigación extensa para informar
acerca de este trabajo, documentando las violaciones a los derechos humanos,
sus efectos en las personas afectadas así como también en la sociedad en
general. El ILAS es una organización que además se ha mantenido activa a nivel
nacional e internacionalmente en la generación y supervisión de otros equipos
de salud mental que trabajan con personas que han experimentado las situaciones
de la violencia política (p. e., en Angola). Asimismo, el ILAS ha desarrollado
múltiples actividades de investigación tanto en la dimensión clínica como en la
psicosocial, tratando de relacionar los problemas individuales con la realidad
macrosocial, es decir articulando los dos aspectos. Mientras tanto, en Chile,
las discusiones sobre las implicaciones sociales, subjetivas y políticas de los
diecisiete años de gobierno autoritario todavía continúan. La reparación social
a las víctimas sigue siendo un tema importante, como la cuestión de la unidad y
la reconstrucción nacional es un tema en la salud mental chilena, con una
dimensión política y pública. Desde los primeros señalamientos acerca de los
efectos psicológicos, familiares y sociales, el trabajo del ILAS ha incluido la
denuncia pública de los agentes del régimen militar y se convirtieron en el
testimonio de lo que el país ha vivido. Al mismo tiempo, se han desarrollado
modelos de tratamiento dirigidos especialmente para aliviar el sufrimiento de
los directamente afectados por la represión política. A pesar de la urgencia de
tal desafío, la reflexión sociopolítica siempre ha formado parte del trabajo y
ha sido el sustento de la acción, sin el cual no hubiera sido capaz de entender
todas las dimensiones del sufrimiento experimentado por las personas con
quiénes ha trabajado el ILAS, asumiendo al mismo tiempo el compromiso de
publicar, desarrollar y mantener los vínculos con colegas chilenos e
internacionales (ILAS, 2003).
En el
trabajo del ILAS y otros como el equipo de apoyo psicosocial de las Madres de la Plaza de Mayo en Buenos
Aires (Hollander, 1997) o por la organización AVRE en Colombia (Castaño y
López, 1994), el énfasis es convertir el sufrimiento (anteriormente un dolor
secreto), en algo social, compartido, a fin de volver a jugar los papeles
sociales activos. En el curso de su trabajo, el grupo de Buenos Aires ha
producido la evidencia del poder curativo a través del activismo político (Véase, Hollander, 1997).
Lira y Weinstein (1990) definen su modelo terapéutico en términos de nueve
objetivos:
1.
Catarsis y reconstitución de la
experiencia traumática;
2.
Alivio de lo sintomático;
3.
Elaboración emocional de la experiencia
traumática;
4.
Vinculación de la experiencia traumática
en los significados existenciales en la vida del sujeto;
5.
Recuperación de su rol como ser social;
6.
Reubicación de la experiencia traumática
en el contexto de la experiencia vital del sujeto;
7.
Reestructuración del proyecto
existencial: continuidad entre pasado, presente y futuro;
8.
Recuperación de vínculos colectivos;
9.
Enfrentamiento de los problemas de
parejas o familiares producidos por la experiencia de la tortura. Nuestro enfoque terapéutico otorga
importancia decisiva a la reestructuración del proyecto existencial que se
halla asociada directamente a la recuperación, por parte del individuo, de un rol
activo como ser social. La psicoterapia debe ir acompañada, entonces, de
condiciones que ayudan a que el sujeto recupere el sentido de su vida anterior
a la experiencia, o que permitan que éste, en paradójica contradicción con las
intenciones del torturador, favorezca el crecimiento y el desarrollo personal
de quien fue su víctima. (Lira y Weinstein, 1990: 387)
Lira y
Weinstein también enfatizan la necesidad de que el terapeuta sea capaz de
interpretar las experiencias de manera sociopolítica, para que la persona
afectada pueda contestar las preguntas: ¿por
qué torturan? y ¿por qué a mí?, para descubrir así la racionalidad en una
situación tan caracterizada por la arbitrariedad y la confusión.
El tema de
recuperar la memoria de lo que sucedió, así como de los que han sido detenidos
o desaparecidos, es una clave común en estos trabajos. Esto es importante en
términos del énfasis general en la praxis
libertaria del papel de la memoria colectiva, en tanto recurso político y
social, pero además a causa de la negación oficialmente asumida (o sancionada)
de lo que pasó. En Guatemala, desenterrar a los asesinados, identificarlos y
conmemorar lo que sucedió, a través de ceremonias tradicionales mayas, tiene
una importancia clave y existen varios proyectos interdisciplinarios en
desarrollo (Flores, et. al., 2002).
Una
dimensión adicional a todo lo anterior, lo constituye el trabajo para procesar
y terminar con la impunidad de los responsables. Los psicólogos están
recurriendo como recurso, con abogados, arqueólogos forenses y miembros de las
propias comunidades afectadas (Flores, et.
al., 2002; Reza, s/f). Los congresos internacionales de PSL han sido
lugares importantes para intercambiar las experiencias (por ejemplo, entre los
que trabajan en El Salvador y Guatemala). El enfoque terapéutico se encuentra
con la psicología comunitaria en trabajos que entregan la intervención efectiva
a las comunidades que la mayoría de las veces, no tienen acceso a profesionales
de la salud mental (Sveaass, 2000).
Análisis Social
Dado el énfasis en un punto de vista macrosocial
íntimamente ligado a la subjetividad humana, no es una sorpresa que los
psicólogos que trabajan desde el enfoque de la PSL hayan explorado el análisis
social más ampliamente.
El trabajo sobre la opinión pública de
Martín-Baró y el IUDOP
Una parte
importante del trabajo de Martín-Baró se centraba en la opinión pública
Salvadoreña (Martín-Baró, 1989a).
Aunque empleaban métodos convencionales, el propósito claro consistía en hacer
explícito lo que las personas piensan, tanto para ellos mismos como para
aquellos que están fuera del país. En este sentido, este trabajo era una forma
de contra-propaganda, que socava muchos de los argumentos utilizados para
justificar un respaldo continuo para el gobierno salvadoreño en los años de
conflicto armado. También constituye una fuente independiente de información
para activistas a favor de la paz fuera del país, especialmente, en los Estados
Unidos. El Instituto Universitario de la
Opinión Pública (IUDOP) establecido por Martín Baró, hoy día sigue
funcionando y continúa su trabajo: (...)
para que los ciudadanos se vean a sí
mismos y generen los cambios que siguen siendo necesarios en una sociedad
dividida por la pobreza y la violencia (IUDOP, 2003).
El
trabajo sociopsicológico sobre la realidad social de los países
latinoamericanos
Los psicólogos que trabajan con la perspectiva de
la PSL han realizado varios análisis psicológicos y sociopolíticos de las
realidades sociales que enfrentan sus países. En el Congreso Internacional de Psicología Social de la Liberación
realizado en el 2002, por ejemplo, se presentaron análisis sobre el uso del
terror por parte de los paramilitares colombianos y sus efectos en la vida de
la familia y la subjetividad (Estrada, 2002); la guerra psicológica por parte
de la contra-insurgencia y el genocidio guatemalteco (Flores, 2002) y el uso
del régimen de Bush de la propaganda después del atentado contra las torres
gemelas (Sánchez, 2002). Otros trabajos se han centrado en asuntos como el
desarrollo de la niñez bajo condiciones de violencia institucionalizada
(Gaborit, s/f), el proceso de urbanización (Jiménez, 2002), los asuntos rurales
(Cordero, 1997) y los nuevos movimientos sociales en la región (Vázquez, 2000).
Hay acontecimientos nuevos en la región como la disminución de la impunidad (p.
e., Argentina, Chile), la elección de gobiernos progresivos (p. e., Venezuela,
Brasil) o al menos de un aumento de parlamentos progresistas (p. e., en
Ecuador, Bolivia, Chile, El Salvador, Uruguay), junto con la intensificación de
la intervención económica y militar de Washington (p. e., el Plan Puebla-Panamá
en México y Centroamérica, el Plan Colombia, la Comisión de Ayuda a una Cuba
Libre). Todo ello quizá conduzca a un interés cada vez mayor para construir
comentarios y análisis, así como a la búsqueda de nuevos medios para intervenir
en la esfera pública (Dobles, 2003).
Es claro
que no hay un enfoque unificado que se pueda llamar psicología social de la liberación, pero hay una familia de
enfoques que caen bajo ese título y denotan suficientemente un uso y desarrollo
de tales ideas para que se adscriban a esta perspectiva.
Desafíos
A
pesar de su amplia aplicabilidad al trabajo para y con poblaciones marginadas,
y al grado de compromiso de sus autores, la psicología
social de la liberación se conoce muy poco fuera de América Latina, donde
incluso, es una tendencia minoritaria. Se insiste de nuevo en exponer su
enfoque distintivo en lugar de generar un desarrollo adicional. Al mismo
tiempo, persiste lo qué Montero (Comunicación
personal, 2002) ha identificado como el riesgo continúo de caer en un mero
activismo, o también al uso del discurso libertario para encubrir prácticas
repetitivas poco críticas donde el abuso y la explotación regresan o se
justifican. Finalmente, como cualquier movimiento social progresista, en
realidad enfrenta tareas enormes como contribuir a la oposición, al imperio de
la explotación y la dominación capitalistas, construir sistemas viables de
apoyo para la propia PSL con y para los marginados y oprimidos. La PSL,
entonces, representa un interés minoritario con credibilidad sólo en ciertos
lugares. Los Congresos Internacionales de
Psicología Social de la Liberación -hasta ahora realizados- han convocado
sólo a unos cientos de interesados, siendo en su mayoría de los propios países
donde se han llevado a cabo, debido a que los costos del viaje son prohibitivos
para que asistan de otros países. Hay poca
continuidad de la red entre cada uno de los encuentros, no obstante que se ha
tomado en cuenta este problema. Hay una red pequeña de entusiastas y algunos
tienen una posición respetada en la disciplina. La calidad del debate es alta,
aunque no hay mucho trabajo original. El psicólogo crítico norteamericano Tod
Sloan expresa una comparación con la psicología crítica europea:
En general, los académicos latinoamericanos tienen pocos
recursos y tiempo para actualizarse como sí ocurre con los británicos
progresistas. En el Reino Unido, a menudo parece haber demasiada teoría
mientras que en América Latina en cambio parece que no hay suficiente.
(Comunicación personal, 2002)
Aunque hay
aperturas esperanzadoras en la región, también hay enormes fuerzas en contra de
iniciativas como éstas. Los constantes problemas económicos de la región (casi
todas las economías se han caído a partir del 2002) y la dominación e
interferencia continúas por parte de un imperio que neutraliza cualquier
amenaza a sus intereses económicos (por ende, políticos), constituyen un límite
real para la liberación de los excluidos de la fiesta del capitalismo.
Los
intereses de los académicos y profesionales no son siempre iguales a los de los
sectores oprimidos y la vinculación entre los psicólogos sociales progresistas
y otros movimientos alternativos no es muy fuerte. En cuanto al Congreso Internacional de Psicología Social
de la Liberación realizado en Guatemala (2001), hubo un intento excelente
de involucrar a los movimientos sociales populares, tanto los de Guatemala como
los de otros lugares, proporcionándole una crítica urgente al encuentro. Hubo
un discurso impresionante por parte de Horacio Martins de Carvalho, asesor del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra
(MST) de Brasil, que abordó la naturaleza de la lucha para la justicia social,
las ocupaciones de la tierra y las comunidades democráticas nuevas que han
surgido, junto con las prácticas culturales que han evolucionado para sostener
la lucha. Esto encuadró efectivamente el congreso la problemática de ¿en qué puede contribuir la psicología?
y ¿de qué tipo de conocimiento psicológico
es apropiado? Pero las diferencias objetivas entre la clase media
profesionista y los excluidos son un desafío nada fácil de superar -algo que no
es exclusivo de América Latina (Stewart, 2000).
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